El quinto y último módulo se llevó a cao del 8 al 10 de diciembre. Estuvo a cargo de los artistas Laureana Toledo y Luis Felipe Ortega, coordinadores del diplomado.
En este módulo se trató de concluir los procesos de cada uno, dar comentarios y reflexiones finales acerca de nuestros trabajos, además vimos dónde y cómo íbamos a colocar nuestras piezas.
Antes de tener el módulo en persona, tuvimos un par de reuniones en línea donde revisamos nuestros procesos y cómo íbamos en nuestros avances de nuestros proyectos.
¿Dónde está el arte?
En esas reuniones y como parte de la crítica recibida, en mi proyecto me preguntaron qué era lo que yo podía decir acerca de mi trabajo que nadie más podía. En ese sentido, el artista apela a una forma particular de ver el mundo, de reflexionar sobre él. Ésto, aunque suena simple, es complejo de lograr, requiere de un largo camino y compromiso para poder encontrarlo; de cierta manera es algo que sólo lo da la experiencia. Como yo lo veo, eso es el estilo, una forma particular de ver las cosas y representarlas.
La producción, el trabajo del artista, es en realidad una labor compleja que requiere esfuerzo; si bien no siempre se valora como tal, lo es.
Espacio y diálogo.
Las reuniones presenciales que tuvimos en el Casa San Agustín, fueron una revisión final de las piezas y algunos comentarios respecto a las soluciones que habíamos empleado. En mi caso se cuestionaron algunos elementos de mi pieza, sobre todo los que la hacían redundante. Gracias a la retroalimentación, me fue posible llegar a una solución más congruente con lo que quería decir y con el tipo de obra que produzco.
Mi intención era señalar como las acciones en el espacio –en este caso, el espacio púbico- son reflejo de una realidad percibida o cierta sobre éste y como estas acciones terminan modificándolo, para bien y para mal.
Para ello utilicé el fenómeno de colocar jaulas de metal a los medidores de agua y/o luz de las casas de la ciudad de Oaxaca como respuesta a la inseguridad, en un intento de preservar el patrimonio. Traté se señalar un círculo vicioso de cómo la falta de seguridad produce una serie de acciones que tienen como consecuencia una falta de libertad en aras de proteger lo que se tiene. Nos encerramos para protegernos porque no hay quien lo haga.
El final
Los últimos días nos dedicamos al montaje de las piezas y a elaborar un texto final entre los participantes restantes del diplomado. Si bien estuvimos juntos por seis meses y fuimos testigos de los procesos de cada uno, además de retroalimentarnos uno a otros, no tuvimos ningún ejercicio que involucrara a todo el grupo en producir algo concreto, así que esta fue una oportunidad bastante interesante. Al final, elaboramos un texto de sala colectivo donde tratábamos de recoger el espíritu de la experiencia desde nuestras diferentes perspectivas.
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Todavía no tengo tan claras las reflexiones sobre la importancia de este diplomado para mi, pero sí tengo algunas conclusiones. La primera es la lealtad que le debo a mi obra, más allá de cualquier moda o tema visible en un momento determinado, nuestra forma de ver y representar el mundo no la tiene nadie; la segunda es la importancia de compartir lo que hacemos, el arte es una profesión que puede llegar a ser muy solitaria y eso hace que nos ensimismemos en las cosas en detrimento de la obra, compartir nuestro proceso y progreso con los compañeros es más que positivo, vernos en los otros es vital; y tercera, muchas veces se nos pasa, pero es el trabajo y no otra cosa lo que hace que las obras funcionen, independientemente del tipo de arte que hagamos, si no le dedicamos el tiempo y el esfuerzo, no van a haber resultados satisfactorios. Obras muy buenas pueden surgir de la casualidad, pero serán eso, casualidades; hay que ser conscientes de cómo es nuestro proceso creativo.
crédito de las fotografías: Casa San Agustín.